El cielo mide catorce metros cuadrados y se llama Direkte

febrero 23, 2023


2023 es el año de mis 50. Aunque es en mayo, he decidido ir haciéndome regalos anticipados. Uno de ellos ha sido la cena en Direkte, en Barcelona. Desde que descubrí ese pequeño rincón gastronómico en la serie documental 'En busca del sol' estaba deseando ir y por fin, hace muy poco, se hizo realidad el sueño. La cita no defraudó. Fue, sin duda, una experiencia inolvidable. Como dije en la publicación que hice en redes, "El cielo mide 14 metros cuadrados". Es increíble comprobar cómo en tan poco espacio se puede crear esa magia. En la barra, apenas ocho comensales, y tras ella, hasta cuatro cociner@s a la vez realizando sus elaboraciones en una coreografía perfecta. 

No fue hasta semanas después de hacer la reserva que nos dimos cuenta que habíamos reservado para cenar un 14 de febrero, y eso que nosotros nunca hemos celebrado SanValentín. Aún así, la experiencia es tan diferente que convertiría hasta la jornada más fastidiada en un día especial. 

Cada pequeño plato que te iba llegando era una sorpresa. El menú no está en la web, así que no sabíamos qué íbamos a comer. La idea era ponerse en las manos del chef Arnau Muñío. Ese día no pudimos conocerle, pero está claro que estábamos en buenas manos. 

Nos gustó todo, pero debo reconocer que tengo un preferido, la sopa de fideos de tripa de bacalao con fricandó y yema trufada. Por el sabor de ese caldo, por la textura de esos 'fideos'... aún retengo su sabor en mi memoria y creo que ahí quedará fijado para siempre. 

De los platos dulces, también elijo uno. No sólo porque estaba delicioso, sino porque fue muy divertido ver cómo sacaban ese curioso utensilio para hacer en directo el granizado de leche de almendras que ellos mismos realizan. Un granizado que coronaría una deliciosa mandarina con orégano y dátiles. 

Hay muchos protagonistas en Direkte, desde el espacio, la vajilla, hasta esa cocina abierta que ves tan, pero tan de cerca desde la barra, hasta cada uno de los platos sorpresa que iban saliendo, pero si me quedo con algo, es con sus fondos, con los caldos, simplemente maravillosos. 

Creo que es un restaurante al que ha que ir al menos una vez en la vida, y si es posible mejor dos veces al año. En estaciones inversas, como nos recomendaron. 

Sin más, infinitas gracias al equipo Direkte por hacernos soñar. 
















restaurantes

Lucira, una propuesta con personalidad

marzo 08, 2022


Empiezo este post con una confesión. No soy, o quizás ahora tenga que decir que no era, fan de los menús degustación largos. Principalmente porque no solía llegar al final, a mitad me llenaba y ya no disfrutaba de los últimos platos, y porque siempre había alguna cosa que no me gustaba tanto, pero debo reconocer que Lucira ha cambiado mi opinión. Me gustaron todos y cada uno de los 16 platos de su menú, y aunque sí quedó llena mi panza, llegué hasta el final. Aún sigo flipando con su menú de inauguración. Menos mal que fui, me habría arrepentido de perderme la experiencia. Porque eso fue, una experiencia en muchos sentidos. Los describiré, pero no por orden de importancia, sino por orden cronológico. La propuesta del nuevo Lucira rezuma la personalidad de sus propietarios. Nada más llegar, me gustó el local. Estaba lleno de pequeños detalles en los que María y Samuel estaban totalmente presentes. Lo segundo, su vestimenta, tan personal y diferente como ellos, y ya después llegó el momento gastronómico, un viaje por el mundo a través del paladar. El menú fue como un concierto perfecto, donde todos los instrumentos estaban afinados y sonaban en armonía a la perfección. Con cada plato, procedente de un país diferente, sonaba música acorde a su procedencia. Nada más llegar a tu mesa, entraba por la vista, y cuando te lo llevabas a la boca, la sorpresa ya era total. Qué habrá en esas cabecitas para crear cosas tan maravillosas!!! De momento, hemos conquistado los oídos, la vista y el gusto, pero además hubo tacto. En los seis primeros entrantes no había ni siquiera cubiertos, tocaba comer con las manos. A eso ya nos tenían acostumbrados estos chic@s, a chuparnos los dedos de manera literal, pero esta vez dieron un paso más, hasta hacernos lamer los platos. Como lo oyen, no es una metáfora. De hecho, hubo una mesa de unas señoras que nos miraban como preguntando si sería cierto y los demás también estaban chupando el plato o las estarían vacilando a ellas; pero no, era muy cierto, a lengüetazo limpio. Y así, como diría Lluvia, comensal de la mesa de al lado, la velada transcurrió entre lametones y juegos. Sus propietarios, muy fans de los juegos de mesa y los escape rooms, incluyeron algún que otro entretenimiento en la propuesta. Hubo un momento en que llegó un cofre, con candado incluido. Tras un rato buscando cómo abrirlo, y mirando cómo lo hacían los demás, nos llegó la clave. Una carta con un mensaje "Si a Francia quieres viajar, bajo el mármol negro debes buscar". Y allí estaba la llave, escondida debajo de cada mesa. El menú fue una sorpresa tras otra, desde el ambiente, la música, la presentación de los platos...; hasta, por supuesto, el sabor. Ya he comentado que me gustó todo, pero hay un plato en concreto que no puedo quitarme de la cabeza. Lo llamaron Cristal Marino y eso parecía. Llegó sobre una copa tan transparente como el propio 'cristal' que colocaron encima. Un pedacito de cielo con tantos sabores y matices que sería imposible describirlo con palabras. Sabía a camarones, a manises..., el Pad Thai más original que he probado jamás. No extraña que las dos almas de este proyecto hayan vivido en Tailandia y amen ese lugar. Bravo, chefs, por la reapertura y por entregar tanto de ustedes en cada proyecto. El nuevo Lucira habla a voces de la personalidad de ambos.


















restaurantes

Restaurante Kiki, un lugar para la felicidad

febrero 26, 2022


Encuentran la belleza en lo imperfecto -wabi sabi-, reconstruyen cerámicas rotas uniendo sus grietas con oro y creando una pieza incluso más hermosa -kitsugi- y ven una ocasión tras una crisis -kiki-, una palabra compuesta por dos caracteres: peligro y oportunidad. Una visión de la filosofía nipona que siempre busca algo bueno de situaciones difíciles. Y eso es lo que intentan también, tras una pandemia y mil obstáculos, el que ya se ha convertido en uno de mis restaurantes japoneses favoritos de Tenerife. De ahí su nombre, Kiki. Una palabra con doble juego que saca más de una sonrisa cuando dices dónde vas a cenar. 

En los últimos meses he hecho alguna escapada gastronómica a la isla de enfrente y sin duda Kiki ha sido uno de los restaurantes que más me ha enganchado. Lo tiene todo para convencer. Desde la entrada, con ese atractivo juego de neones, parada casi obligada para un selfie, hasta, como es obvio, su cocina. La felicidad es su objetivo, y lo consiguen. Disparan a todos tus sentidos. El local tiene una estética muy cuidada, tanto en su decoración como en la presentación de los platos. Toda la vajilla vino de Japón y se nota el mimo en cada detalle. Y por supuesto conquistan tu paladar. Cada bocado es una experiencia en sí misma. Tengo guardado en un lugar privilegiado de mi memoria su usuzukuri de salmón y unos niguiris de vieira. Tras una exquisita presentación, con algún que otro efecto para sorprender, siempre predomina el respeto al producto, buscando los mejores ingredientes de cercanía. La carta combina platos clásicos japoneses con otros más divertidos. El lugar está creado para disfrutar y se nota.

El equipo también ha sido elegido con mimo. Algunos vienen del ya desaparecido Kazan. Con él se apagó una estrella, pero ha nacido otra que brilla con luz propia. Berni Gutiérrez y Jorge Villarreal hacen su magia en cocina y el equipo de sala se encarga de asegurarse de que tu felicidad sea completa. Desde aquí agradezco el trato y la experiencia a todo el equipo y un saludo especial a Lolo Crusellas por atendernos tan bien. Dice que parte del secreto está en el calor humano, y creo que está en lo cierto. 

Si les gusta la comida japonesa y pasan o viven en Tenerife, no olviden visitar esta restaurante en los bajos del hotel Urban Anaga.


miscelánea

Gonzalo Martín, de La Orotava a las 'estrellas'

febrero 19, 2022


A veces la vocación nos llega de lo que vemos cuando somos niños, de lo que hacen nuestros padres o abuelos, pero no es el caso de Gonzalo. Su pasión por la cerámica fue innata. Con apenas once años, siendo un chiquillo que correteaba por La Orotava, ya buscaba barro para hacer sus propias piezas. Comenzó haciendo collares y pintaderas, y desde hace unos años se dedica casi en exclusiva a idear vajillas para restaurantes. Supongo que aquel niño que jugaba con barro nunca imaginó que crearía platos para establecimientos con estrellas Michelin. 


Siempre se dedicó a la cerámica, pero en sus inicios hacía sobre todo souvenirs. Le daba dinero, pero sentía que su creatividad se estaba estancando y buscó un cambio. Eso fue allá por 2007. Quería dar un giro a su trabajo y llegó de manera natural con la primera propuesta para crear la vajilla de un local de restauración. Poco a poco se fue corriendo la voz de que había un joven que hacía platos a medida y personalizados. Era un nicho de mercado muy poco explotado hasta entonces. Posiblemente Gonzalo fue de los primeros, o quizás el primero, en este campo. 


En su casa siempre usaba su propio menaje de cocina, lo ideaba para él, y ahora llegaba el momento de hacerlo para otros. Fueron apareciendo los primeros proyectos, pero hubo que esperar unos años, hasta ya iniciada la segunda década de este siglo, para que explotara el verdadero boom de chefs y cocineros que deseaban contar con sus propias vajillas. Empezaron entonces a acudir a artesanos que crearan piezas más específicas para albergar platos concretos. Recurrir a un ceramista era la única opción en ese momento, luego la industria también metió el hocico y empezó a fabricar productos similares, aunque en mi opinión nunca serán iguales. Hay algo mágico en lo artesanal, en crear algo con las manos y esperar a que se abra ese horno y comprobar el resultado. 


Aun así, y a pesar del trabajo que conlleva, hay quien considera que el trabajo artesanal es caro. En su caso, además, trabaja solo y cuando le llega un encargo de envergadura con tiempos ajustados no le queda otra que perder tiempo de sueño, de trabajar sin descanso y de repetir y repetir, porque esto no es una ciencia exacta y a veces hay fallos. Aún así sus piezas cuestan incluso menos que las de algunas grandes marcas comerciales. Por fortuna, cada vez son más las personas que sí saben apreciar el verdadero valor que hay detrás de cada pieza elaborada de manera artesanal. 


Cuando un cliente llega hasta el taller de Gonzalo en el Valle de La Orotava, en Tenerife, a veces tiene la idea clara del diseño que busca y otras describe el plato, sus ingredientes, qué quiere que le evoque al comensal, y lo dejan a su creatividad. Los trabajos que más le gustan a él son los que más retos le suponen. Cuanto más novedosa sea la pieza, más diseño conlleve, más extravagancia..., más apasiona a Gonzalo. Investigar con nuevas técnicas, materiales, y poner a prueba su creatividad, incluso buscando caminos que se salgan de lo habitual, hace que su entusiasmo por el proyecto crezca; sin importar la relevancia que tenga el chef. 


Con todo, aún recuerda perfectamente, por supuesto, la primera vez que un restaurante con estrella se puso en contacto con él. Lo primero que sintió fue vértigo, después vino la presión de intuir las personas que comerían en su plato y, como broche final, la especial sensación de comer en alguno de ellos. ¿Qué se sentirá al comer en un plato único que tú mismo has creado? No la he vivido, pero tiene que estar bien esa experiencia. 


El primer encargo de un restaurante de alta cocina llegó de la mano de Erlantz Goroztiza, al que siguieron muchos como David Muñoz, José Andrés, Martín Berasategui, los hermanos Roca, Mario Sandoval, Dani García y un largo etcétera. Tras trabajar para tanta estrella, ¿qué reto tendrá ahora por delante este ceramista? Su siguiente paso será formar a las nuevas generaciones. Cada vez acuden más personas interesadas en aprender a manejar el torno y muy pronto recibirán la alegría de poder ser sus primeros pupilos. 


Tanto si estás interesado en aprender este hermoso oficio, como si quieres comprar alguna pieza especial y única para tu casa, no dudes en pasar a saludarle. Avísale antes para comprobar que estará, pero seguro que le encanta abrirte las puertas de su taller. Yo lo hice, y siempre recordaré gratamente ese ratito con él. Por supuesto compré lo que mi equipaje me permitió y les aseguro que es apto para todos los bolsillos.